Conferencia Episcopal
Mexicana
con motivo de las
elecciones generales en México
17 mayo
2006
Participar y
Decidir el Bien Común en la Justicia y la Paz
Si
permanecen fieles a mi palabra, ustedes serán verdaderamente mis discípulos; así
conocerán la verdad y la verdad los hará libres (Juan 8, 31-32).
Introducción
1. Ante la
inminente jornada electoral del próximo mes de julio, los Obispos, como Pastores
de la Iglesia católica en México, caminando con el pueblo y sensibles a las necesidades
de bienestar espiritual y material de nuestra sociedad, queremos impulsar a los
creyentes a que manifiesten su presencia en la vida pública del país -dentro del
saludable pluralismo que constituye el sustento de una auténtica democracia-, y
promover la participación de todos los ciudadanos en este importante momento de
la Nación.
Democracia y
Verdad
2. “Una
auténtica democracia es posible solamente en un Estado de derecho y sobre la
base de una recta concepción de la persona humana”1.
3.
La Doctrina
Social de la Iglesia, advierte que el relativismo moral es uno
de los mayores riesgos para las democracias actuales, pues induce a considerar
inexistente un criterio objetivo y universal para establecer el fundamento y la
correcta jerarquía de valores. “Si no existe una verdad última, la cual guía y
orienta la acción política, entonces, las ideas y las convicciones humanas
pueden ser instrumentalizadas fácilmente para fines de poder. Una democracia sin
valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto,
como demuestra la historia”2.
4. “La
democracia es
fundamentalmente un “ordenamiento”, y como tal, un instrumento
y no un fin. Su carácter “moral” no es automático, sino que depende de su
conformidad con la ley moral a la que, como cualquier otro comportamiento
humano, debe someterse; esto es, depende de la moralidad de los fines que
persigue y de los medios de que se sirve”3.
Hacia la
consolidación de la Democracia
5. Durante
la reciente visita que hicimos los obispos al Papa el pasado mes de septiembre,
el Santo Padre
Benedicto XVI nos decía que las elecciones de este año “representan una
oportunidad y un desafío para consolidar los significativos avances en la
democratización del País”. De todos los ciudadanos depende que este reto se
convierta en un mañana gozoso para nuestra Patria.
6. Nuestro
país está en condiciones de consolidar la democracia, fortalecer sus
instituciones y dar un paso adelante en el logro de las reformas estructurales
que tanto se requieren para el auténtico desarrollo de todos los mexicanos. Para
esto es necesaria la realización de las obligaciones ciudadanas: comparar las
propuestas de los candidatos y las plataformas políticas de los partidos para
luego participar conscientemente en las urnas.
7. Las
instituciones electorales ciudadanas han entrado en una etapa de madurez que ha
hecho posible el respeto al voto y, por tanto, el respeto a la dignidad de los
votantes que quieren un México mejor para las futuras generaciones. El Instituto
Federal Electoral con sus instancias es el regulador designado, y el Tribunal
Federal Electoral, la instancia de resolución de posibles conflictos. Su
responsabilidad el 2 de julio
es básica para la serenidad y trabajo común de los próximos
años. Debemos promover que las instituciones se fortalezcan; todos somos
corresponsables de que actúen siempre con equidad. Es importante que los
ciudadanos exijan a los candidatos el reconocimiento de los resultados
oficiales; quienes no hayan resultado electos, que muestren su madurez y amor
por el país colaborando con lealtad desde una oposición
responsable.
8. De los
candidatos necesitamos campañas propositivas; de los partidos políticos,
austeridad en los recursos económicos; de los órganos electorales,
imparcialidad; de los medios de comunicación, verdad y equidad; de todos,
respeto y colaboración con quienes salgan electos, asumiendo lo positivo que se
haya propuesto en la campaña, sin que importe su procedencia.
9. Nuestro
Pueblo anhela transitar de una democracia formal a una auténtica democracia
participativa, con soberanía suficiente para negociar de tú a tú, con el resto
de las naciones; anhela tener un gobierno que garantice el respeto irrestricto a
los derechos humanos y tenga como prioridad el ejercicio de la justicia social;
un gobierno que se conduzca haciendo valer el estado de derecho y que imparta
justicia superando cualquier intento de corrupción; un gobierno que someta la
delincuencia dentro de los cauces de la legalidad; nuestro Pueblo anhela un
gobierno que se respete a sí mismo y gane la autoridad moral ante
el pueblo por
buscar primero y, ante todo, el bien común.
Participación
ciudadana
10. Todo
proceso electoral y democrático deberá desembocar en un proyecto al Servicio de
la Nación, y no de los intereses de los Partidos y Grupos Políticos. Hay
numerosas iniciativas y propuestas de pactos y acuerdos que circulan hoy entre
los mexicanos. Los Obispos seguiremos insistiendo en que fortalecer la
democracia es reconstruir la confianza ciudadana y el tejido social, es promover
y organizar la sociedad para la participación política de todos los sectores
sociales en los distintos niveles de gobierno. Alentamos, por ello, la
construcción de un Acuerdo Nacional, en que participemos los diversos sectores
del país.
11. La
democracia representativa quedaría trunca, si no se continúa en una democracia
participativa. Todos debemos participar, tanto en esta etapa electoral, como
después de la
misma. Precisamente para alentar el ejercicio de nuestra
responsabilidad política y social, hemos ideado y estamos ofreciendo el Taller
“Participar y Decidir el Bien Común en la Justicia y la Paz”, que ha sido muy
bien recibido por nuestra feligresía. Invitamos a quienes han cursado estos
talleres a aplicar sus conocimientos en la participación, a tomar parte en
actividades que fomenten una mejor democracia y a comunicar a otros sus
experiencias en el proceso.
12. Todo
creyente tiene el deber inmediato e inexcusable de colaborar en favor de un
orden justo en la sociedad, configurar rectamente la vida social y animar todas
y cada una de las actividades políticas que le corresponda viviéndolas “como
caridad social”. Debe hacer presente en nuestra cultura y, por tanto, en su vida
cotidiana los valores universales de la dignidad de la persona humana, el
respeto a los derechos humanos, la búsqueda del bien común, el cuidado del medio
ambiente, la verdad, la justicia, la libertad, el amor, la solidaridad, la
tolerancia y la paz.
Sin estos valores que, por cierto, tienen una profunda
raigambre cristiana, nuestra sobrevivencia y convivencia estarán en
peligro.
13. Los
Obispos recordamos a los fieles laicos que “de ningún modo pueden abdicar de la
participación en la ‘política’; es decir, en la multiforme y variada acción
económica, social, legislativa, administrativa y cultural, destinada a promover
orgánica e institucionalmente el bien común. Su compromiso político es una
expresión cualificada y exigente del empeño cristiano al servicio de los
demás”4.
14. Apelamos
a la conciencia de los jóvenes que ejercerán su voto, muchos de ellos por
primera vez, y los impulsamos a que formen parte de agrupaciones políticas,
educativas, sociales y humanitarias para que con la generosidad, la solidaridad
y el compromiso que les caracteriza, inyecten a estas instancias una actitud de
servicio a todos, especialmente a los más necesitados.
Propuestas a
los Candidatos
15. En
primer lugar, esperamos que los candidatos y la candidata, no se descalifiquen
sin fundamento, ni se burlen unos de otros. Que sepan dignificar
responsablemente la contienda electoral. Es un imperativo ético cuyo
incumplimiento debilita a la sociedad en su conjunto.
16. Además
de presentarse con voluntad de servir y no de beneficiarse del poder; deberán
mostrar coherencia básica entre su conducta y los principios morales necesarios
para desempeñar su misión. Confiamos que, de forma transparente e integral, los
candidatos presentarán al electorado su proyecto de gobierno, basado en una
valoración ética sobre el estilo de desarrollo y estableciendo los problemas que
nuestra sociedad debe solucionar y los métodos para
enfrentarlos.
17.
Recordando la Doctrina
Social de la Iglesia y las declaraciones acerca de los derechos
humanos, solicitamos claridad en sus plataformas de pensamiento y que sean
tomados en cuenta algunos elementos para que, conjuntamente con los ciudadanos y
las instituciones, promuevan el progreso del país en:
a)El
fortalecimiento y las condiciones de vida digna para las familias y de educación
para los hijos.
b) La
promoción integral del empleo para terminar con la emigración de nuestros
connacionales, quienes emprenden un camino, a menudo sin retorno, a los mercados
laborales de Estados Unidos, buscando allá, entre mil dificultades, lo que en su
Patria no pudieron encontrar.
c) La
promoción de la mujer para que encuentre plenos espacios de participación en
condiciones de igualdad con el varón, y para que se supere toda forma de
violencia hacia ella. Favorecer una legislación para la mujer trabajadora, que
le permita cumplir la misión, querida por Dios, como portadora de la vida
humana.
d) La
integración de los indígenas, obreros y campesinos al desarrollo humano y social
del resto del país como miembros de pleno derecho; pues la deuda histórica con
ellos, en cuestión de justicia y equidad, es enorme.
e) Que
piensen en gobiernos incluyentes; que sean capaces de dialogar sobre los puntos
de coincidencia para llevar a cabo la Reforma del Estado y apoyar políticas
públicas que beneficien a los más desprotegidos.
f) Que se
impulse una economía al servicio de la sociedad y el desarrollo humano, no una
sociedad al servicio del mercado o de grandes intereses
particulares
g)
Finalmente, que “el Estado no regule y domine todo, sino que, generosamente,
reconozca y apoye, de acuerdo con el principio de subsidiaridad, las iniciativas
que surgen de las diversas fuerzas sociales y que unen la espontaneidad con la
cercanía a los hombres necesitados de auxilio”5.
Voto
consciente
18. Hacemos
un llamado a los fieles laicos y a toda la ciudadanía para tomar conciencia de
la importancia de votar con sensatez, de participar en la vida pública y de
acompañar, con responsabilidad y vigilancia, a quienes elegiremos para
gobernarnos.
19. Se vota
para elegir una autoridad cuya acción “esté siempre al servicio de la promoción
integral de la persona y del bien común”6 . Por ello debemos clarificar en el
momento de decidir a quién o a quiénes otorgamos el voto, buscando el bien común
y las condiciones básicas de justicia y libertad que demanda el pueblo de
México.
20. La
conciencia cristiana bien formada ejerce el voto de modo que la realización de
un programa político o la aprobación de una ley particular sean coherentes con
la fe y la moral y no dañen el bien de las personas y las instituciones. Frente
a ambos aspectos, es necesaria una formación del criterio y una reflexión
profunda, ya que ni en las elecciones ni en ningún otro aspecto de la vida
pública, podemos prescindir de las exigencias éticas fundamentales e
irrenunciables de la fe, pues “los creyentes deben saber que está en juego la
esencia del orden moral, que concierne al bien integral de la persona”7.
21. De esto
surge también el perfil idóneo de quienes ocuparán la presidencia del país y las
diferentes responsabilidades en los cuerpos legislativos. El análisis del
currículum personal de los candidatos es a menudo un instrumento importante para
llevar a cabo este discernimiento.
a)Coherencia. ¿Cómo ha
sido la vida del candidato (a)? ¿Qué relaciones hay entre sus dichos y sus
hechos? ¿Está preparado para gobernar una nación con 103 millones de habitantes?
¿Conoce nuestra historia, nuestra identidad?
b) Capacidad
de diálogo. ¿Está el candidato (a) abierto (a) al diálogo? ¿Sabe escuchar o
impone sus condiciones? ¿Es transparente? ¿Rinde cuentas del dinero público que
financia su campaña? ¿Toma a la sociedad mexicana como una aliada o como un
escalón para sus intereses de grupo?
c)
Conocimiento social y económico. La postración en la que se encuentran millones
de familias mexicanas, particularmente los indígenas y los trabajadores del
campo, hace necesaria una renovación de la vida integral de nuestra sociedad,
una mejor distribución de la riqueza y un aliento decisivo a la creación de
empleos dignos. ¿Está el candidato (a) capacitado (a) para ello? ¿Tiene la
sensibilidad de entender la situación de los pobres y, al mismo tiempo, la
técnica suficiente para hacer un servicio eficaz en su promoción y en su
desarrollo humano integral?
d)
Experiencia política. ¿Los programas de los partidos, y sobre todo, sus
experiencias de gobierno reflejan el cumplimiento de normas de justicia,
honradez, eficacia, fomento de la solidaridad, promoción de la
participación?
e) Amor y
defensa de la vida humana. ¿Está el candidato (a) comprometido (a) en defender
los valores de la vida desde su inicio hasta su término natural; la familia,
fundada en la unión estable de un hombre y una mujer; la libertad de empresa; la
propiedad privada y comunal; la promoción de la justicia y la paz; el orden
público; la colaboración entre los diferentes grupos sociales y el
reconocimiento de las iniciativas de la sociedad civil?
f)
Reconocimiento y colaboración con las Iglesias. ¿Tiene claro que la libertad
religiosa es más que la libertad de culto, y que es un derecho humano
fundamental?
¿Impulsaría
una reforma constitucional para alcanzar la libertad religiosa en nuestro
país?
Conclusión
22.
Invitamos a la oración por México y sus gobernantes para que la fe y la
confianza en la Providencia divina nos conduzcan a la serenidad, la reflexión y
al voto razonado y crítico.
23. Hagamos
del proceso electoral una fiesta, buscando el bien del País y la Unidad de
México. Por ello, exhortamos a toda la ciudadanía a superar los sentimientos y
pasiones partidistas, propios de la contienda electoral, y ubicar las elecciones
como un proceso de competencia y selección donde al final aceptemos los
resultados oficiales, reconozcamos al ganador, y nos dispongamos todos a
colaborar con el nuevo gobierno para beneficio de la
sociedad.
24. Por
nuestra parte, quien resulte electo en la contienda, contará con nuestro respeto
y nuestra colaboración en todo aquello en lo que éticamente sea posible, así
como con nuestra disposición al diálogo permanente y
apartidista.
25.
Encomendamos estas elecciones y a todos nuestros gobernantes a nuestra Madre de
Guadalupe, y le pedimos que interceda por nuestro pueblo en la construcción de
una Patria mejor, recordando que este año es el 475 aniversario de haberse
manifestado como Madre de nuestro pueblo.
Por los
obispos de México,
+ José
Guadalupe Martín Rábago, Obispo de León, Presidente de la CEM
+ Carlos
Aguiar Retes, Obispo de Texcoco, Secretario General de la
CEM